La última agresión de Estados Unidos contra Venezuela, está inscrita en el conocido recetario que busca deslegitimar el gobierno presidido por el compatriota Nicolás Maduro y el apoyo a connotados conspiradores como Leopoldo López y María Corina Machado, en el afán de frenar el curso soberano de la Revolución Bolivariana. Finalmente, la Casa Blanca, pasó de la presión diplomática y la injerencia encubierta a través del financiamiento de sectores apátridas internos, a las sanciones directas gestionadas por los sectores más reaccionarios del Congreso norteamericano. La acción emprendida por el gendarme imperial, según la cual se “sancionará”, congelando activos y negando visas, a funcionarios o dirigentes políticos venezolanos, presuntamente “vinculados a hechos de represión”, presagia que la escalada seguirá en aumento en 2015, pudiendo llegar, incluso, al uso de la intervención de carácter violento en un futuro no muy lejano.
A la medida anteriormente mencionada, se suman las presiones económicas para asfixiar nuestra economía nacional: manipulación de divisas, obstrucción y/o bloqueo del financiamiento y comercio internacional para con Venezuela, fomento del contrabando de extracción, etc. Como vemos, hay casi una declaración de guerra que debemos enfrentar de manera resuelta y con mucha habilidad.
Un servidor público, y más si ocupa, o ha ocupado cargos de alta responsabilidad en el gobierno revolucionario, debe caracterizarse por una conducta intachable. Eso forma parte elemental del código de ética bolivariano y revolucionario. Como lo he dicho en anteriores oportunidades, si hay funcionarios venezolanos corruptos, con cuentas o propiedades en el extranjero, deberían divulgarse sus nombres y luego de ser comprobadas las acusaciones, estos deben terminar en la cárcel, y no estar protegidos en el norte, como tantos prófugos auto declarados exiliados. Pero eso es lo menos que le interesa a EEUU, al contrario, seguro estoy del esfuerzo que hacen por corromper, debilitar y socavar la acción del Estado revolucionario. Recientemente el presidente Maduro denunció la pretensión de la Embajada gringa en Venezuela de sobornar a oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; no nos quepa la menor duda de que así fue y seguirá siendo. El corromper a gobiernos que les son adversos también es una receta que han empleado en el pasado.
Como el mayor de los hipócritas, vocifera el imperio sobre los DDHH en nuestro país, condenando a funcionarios y la acción legítima del Estado venezolano en defensa de la paz pública, mientras atropella y reprime a su propia población afrodescendiente que se insurrecciona en las calles, indignada por la impunidad de quienes la asesinan, siendo sus gobernantes a la vez, los que empañan a la nación norteamericana, hoy mundialmente cuestionada por informes que los delatan como practicantes de asesinatos y torturas sistemáticas, en varias partes del mundo.
Si bien la derecha entreguista aparece dividida, en franca desbandada por aspiraciones y desesperos electoreros, su meta unitaria es derrocar al gobierno bolivariano; no podemos descuidarnos. La gigantesca movilización nacional esta semana en la Av. Bolívar, es una muestra de la disposición del gobierno bolivariano y su pueblo, de enfrentar decididamente las nuevas conjuras de la oligarquía criolla, en desvergonzada alianza con la potencia norteña . Vendrán duras batallas. ¡Sigamos con la guardia en alto!