Táchira la historia no contada
Córrale hijo, vaya a rezarle a la Santísima Trinidad para que en esta tierra tan caliente no siga muriendo la gente a causa de “la fría”. Corrían los primeros años del siglo XX y la Villa de la Santísima Trinidad, era el lugar de encuentro de los pobladores y comerciantes. Ese lugar era el llegadero del Gran Ferrocarril del Táchira.
Una fiebre palúdica empezó a hacer estragos, los labriegos morían a mengua montados en sus bestias, titiritando por el frío intenso que les torcía los huesos. La actual población de “La Fría” debe su nombre a aquella fiebre despiadada que se había apoderado de toda la comarca que se caracteriza por tener temperaturas cercanas a los 40 grados.
Como recuerdo estos sucesos, en el escudo de “La Fría” se observa el ferrocarril, la Santísima Trinidad y un zancudo para que nunca se olvide aquella tragedia.
Asimismo, el pasado 23 de febrero de 2019 los habitantes de La Fría, Guarumito, Orope, Ureña, Boca de Grita, Tienditas y San Antonio, vivieron acontecimientos que solo pueden ser catalogados de heroicos. Fue la fecha en que las fuerzas del mal intentaron penetrar el territorio venezolano desde Colombia, con las consecuencias imaginables y no imaginables.
Fueron horas de intensa lucha. Hambrientos, incomunicados, armados con palos y piedras, estos hombres y mujeres, anónimos en su inmensa mayoría, repelieron el ataque y expulsaron a los agresores.
Como antes, se volvieron a pegar del Rosario de la Santísima Trinidad, y guiados por la consigna de ¡traidores nunca, leales siempre!, vencieron, como al igual Bolívar había derrotado al ejército realista.
Las batallas del Táchira
Mucha gente ignora que en el territorio tachirense que hace frontera con Colombia, en una gigantesca extensión de más de 2.219 kilómetros, no se libró una batalla. No, allí se libraron cuatro heroicas batallas: En Tienditas, se vivieron momentos de intensa tensión psicológica. Se libró un combate “silencioso y subterráneo” donde las balas silbaban su canto terrorífico de muerte.
En el Puente Simón Bolívar, el combate fue cuerpo a cuerpo con cientos de miles de piedras que iban de lado a lado, las bombas molotov causaban estrato en el asfalto caliente. En ese pedregal la consigna de los patriotas era una sola: ¡Por aquí no pasarán a menos que sea por encima de nuestros cadáveres! La tercera batalla fue en Ureña, allí fue valeroso el esfuerzo de un puñado de soldados que ante la traición del jefe militar, decidieron luchar hasta el final.
Ahí, en el Puente Francisco de Paula Santander, los facinerosos le metieron candela a una gandola cargada de pertrechos y nada de ayuda humanitaria. La cuarta batalla ocurrió en el Puente Unión, ubicado en La Fría; esta fue una de las más duras de las contiendas. Pese al esfuerzo de los patriotas, un grupo de los sediciosos logró penetrar en territorio venezolano pero luego fueron expulsados.
En una clara demostración de ingenio popular, los defensores de la Patria crearon un “Estado Mayor del Pueblo”, que asumió las tareas de la guerra. Organizados en comisiones, se encargaron de la logística referente a los alimentos y su distribución, de la atención médica a los heridos, de repartir los pertrechos, la vigilancia y las comunicaciones. Parecían vietnamitas guiados por la razón y la verdad que los asistía.
En estas demostraciones de valentía sublime destacó la presencia de una alcaldesa que aún estando en avanzado estado de preñez, los animaba a todos colocando barricadas en la carretera Panamericana, para impedir que los traidores a la Patria avanzaran. Ellos impidieron que la caravana del “autoproclamado” continuará su marcha.
Las acciones militares y la presencia del Poder Popular tomaron el control del cierre total del estado Táchira, donde nadie podía entrar ni salir. Para impedir el paso al enemigo se tomó la decisión de incendiar el vertedero de basura. Había que sobrevivir a toda costa.
El concierto guarimbero
Las fuerzas antipatria, amparadas por el gobierno colombiano y por el paramilitarismo asesino, organizaron un concierto y de manera criminal trataron de encerrar a los asistentes, colocándolos como carne de cañón para hacer ver un enfrentamiento con las fuerzas leales a la República Bolivariana de Venezuela.
Esta maniobra criminal, el pueblo tachirense allí presente, inició la apertura de trochas para que los venezolanos que habían asistido al concierto escaparan de aquella encerrona, evitando así una masacre.
El papel del Protector
En estos escenarios montañosos donde hubo un sinnúmero de héroes y heroínas invisibles (cada uno de ellos y ellas cuenta con orgullo su participación), vale la pena destacar el papel protagónico desempeñado por el combatiente Freddy Bernal, el “Protector” del estado Táchira designado por el presidente Nicolás Maduro.
Bernal, semejaba a Leonidas el griego comandando a sus soldados, moviéndose de un lado a otro, oliendo a monte y a pólvora, tapando cada flanco, arengándolos a todos, exponiendo su vida en diversas ocasiones ante las negras bocas de los fusiles enemigos.
Estos hombres y mujeres conducidos por Freddy Bernal, formaron un muro humano de contención arropados por el tricolor da la Patria. Gracias a ellos y no exageramos en afirmarlo Venezuela, sigue siendo libre, autónoma y soberana.
El 24 de febrero ha de ser recordado siempre como la fecha en que los tachirenses resistieron la embestida feroz de asesinos tarifados, sicarios y contratistas que estuvieron a un tilín de horadar el sagrado suelo venezolano. La espontaneidad de las masas fue la inspiración para el logro de la victoria.
Si alguien lo había puesto en duda, en el Táchira ocurrió el milagro espontáneo del despertar del Poder Popular. Allí la unión-cívico-militar se graduó con altas calificaciones. En la frontera se dio una simbiosis milagrosa entre lo consciente y lo espontáneo y esa bravura no podrá ser subestimada nunca más por nuestros enemigos.
En el Táchira, como lo señaló Lenin alguna vez, “los hechos exactos de la realidad” permitieron adaptar los esquemas teóricos (…) a la vida.
Invitado a dar una conferencia, viaje al Táchira y ellos, los que sudaron cada gota, los que sintieron el fragor de la metralla, me contaron esta historia. Ellos la vivieron y narran sus verdades. Por razones de seguridad omito sus nombres pero ellos saben quién es cada quien. Ellos derrotaron a “la fría” andanada de la muerte. Ellos le cantan a la vida.
Elaborado por: Félix Roque Rivero / Boca de Grita, 15 de septiembre de 2019
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