La lógica política dicta, que es un deber patrio rechazar las sanciones y el bloqueo impuestos por Estados Unidos y sus aliados. Porque afectan a todos por igual. Según el código penal venezolano los que las promovieron, celebraron e insisten en que las mantengan, son tipificados como traidores de la patria. Y, nadie quiere ser tildado de traidor, sobre todo si no tienen nada que ver con los grupos extremistas que las promovieron. Es por lo anterior, que con el tiempo, la lucha contra el bloqueo y las sanciones tenderán a ser una petición nacional.
De hecho, hemos visto como cada vez hay más actores políticos de izquierda y de derecha, del Gobierno y de la oposición, tomando como discurso rechazarlas por el daño real que le han generado a la sociedad venezolana. Es un recurso discursivo esperanzador, y sobre todo, para desligarse de los grupos extremistas que las promovieron.
Hay que asumir que ya el daño está consumado, que no las van a levantar tan fácil, ni siquiera saliendo de Nicolás Maduro, porque él no es el problema. El problema del imperio somos todos los venezolanos, porque saben que no nos vamos a dejar saquear nuestros recursos sin que antes haya muertos por todos lados. No es mentira cuando decimos que tenemos sangre de guerreros, que tenemos sangre de patriotas libertarios.
Todos los trabajadores, militares, pensionados y jubilados estamos pasando trabajo, estamos sufriendo las consecuencias de las agresiones de Estados Unidos. Pero es un momento de racionalidad y no de emocionalidad. No estamos en tiempos de dejarnos llevar por las pasiones desenfrenadas. Estamos en tiempos de ponernos a pensar como sociedad el cómo superar las dificultades y el bloqueo trabajando.
El Gobierno debe aplicar políticas de disminución de gastos superfluos, combatir el derroche, la opulencia, el dispendio, las rumbas, ferias financiadas con recursos del Estado y la malversación de fondos públicos. Valga decir, aplicar un programa de consolidación fiscal dirigido a reducir el déficit que se presenta cuando el gasto público es superior a los ingresos.
Asimismo, exigir nuevas estrategias gubernamentales consensuadas con todos los actores de la sociedad para buscar mecanismos eficientes de distribución de los ingresos y beneficios económicos que se generan en el sistema productivo nacional.
Recordar siempre, una cosa es el idealismo y otra es la realidad concreta. Porque el hambre no puede esperar que los gringos se conduelan y depongan su principal arma de dominación del siglo XXI de los pueblos que se declaran antiimperialistas, como son las sanciones y bloqueos al sistema que ellos dominan a nivel global.
Una cosa es la lucha contra el imperio y otra cosa es la lucha contra la desigualdad que genera el hambre y la mala distribución de los ingresos de la nación, a pesar de los ataques imperiales, la inflación y la devaluación de la moneda.
(*) Extracto del artículo “El bloqueo mata los ingresos, pero no mata el salario, lo mata es la política cambiaria”.
Elaborado por: Andrés Giussepe / 07.02.2023 / Foto Internet
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