Realizamos este III Congreso sin la presencia física del Comandante Chávez. No obstante, su labor pública durante más de dos décadas, nos dejó claves suficientemente claras y precisas sobre el camino a seguir para profundizar el socialismo. Reiteradamente, el máximo líder fue ejemplo en el empleo de la crítica y la autocríticacomo mecanismo para enmendar los errores y perfeccionar el quehacer transformador. Consecuente con ello, en su Golpe de Timón, el 7 de octubre de 2012 en Consejo de Ministros, nos estremeció con duros señalamientos. Fue enumerando importantes debilidades a superar: “el socialismo es democracia y la democracia es en lo político, en lo social, en lo económico”…“modificar la base productiva del país, de manera tal de asegurarnos una democracia económica”; “comuna o nada, ¿o qué es lo que hacemos aquí?”… Estos enunciados, entre otros, son parte de un legado claro que debemos consolidar en el III Congreso del PSUV.
El temor a los ataques de la contrarrevolución conduce a algunos compatriotas a descalificar cualquier tipo de crítica a la gestión del gobierno o el desempeño de algún dirigente. ¿Cuál es entonces, la justa medida de la crítica revolucionaria? A eso respondemos, citando al Comandante Fidel, “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada.” En ocasiones, nuestros señalamientos pueden coincidir en su objeto con los que hace la reacción (ineficiencia, corrupción, etc.), pero hay una diferencia fundamental en la intención y enfoque de los mismos: nosotros criticamos para corregir y profundizar el avance de la transformación social, ellos para destruir lo logrado y restaurar el pasado. He allí una gran diferencia.
No debe haber temor a revisar los errores y debemos expresarnos en libertad. Me permito citar al Ché: “…nosotros tenemos que tener la suficiente capacidad como para destruir todas las opiniones contrarias sobre el argumento o si no dejar que las opiniones se expresen. Opinión que haya que destruirla a palos es una opinión que nos lleva la ventaja a nosotros…No es posible destruir las opiniones a palos y precisamente es lo que mata todo desarrollo, el desarrollo libre de la inteligencia.”
De nada vale autoflagelarnos y abundar en la queja; por más duro que sea el tema tratado, lo adecuado es analizar las fallas y proponer soluciones efectivas en un debate donde prevalezca el respeto. Resumo la ruta para el éxito del III Congreso: diversidad de ideas, propuestas y críticas de la más amplia militancia; debate claro y fraterno y, por último, férrea unidad en las conclusiones y el accionar.