Los peregrinos del Cristo
Marchan abriendo caminos, juntos van dejando huellas, La Grita como destino, El Cristo la Magna meta. No hay cansancio en sus miradas, mucho dolor va por dentro, los peregrinos divinos, del Cristo de los lamentos.
El Cristo de los milagros, el de la montaña azul, el de la mirada larga, con corona y en la Cruz. El labriego de madera, el de la pasión del Santo, es el Cristo de La Grita, el Cristo de los milagros.
Van caminando en silencio, musitando una oración, así van los peregrinos, pletóricos de emoción. No flaquean, no se rinden, bien testarudos que son, los peregrinos del Cristo, su Santo de devoción.
Vienen llegando de lejos, con firmeza y sin torpeza, llevan repleto el mapire, de sueños y de promesas. No los detiene la lluvia, ni la neblina ni el viento, son devotos peregrinos, de su Cristo Nazareno.
Van llegando hasta el santuario, con los ojos bien despiertos, allí los espera el Santo, mirándolos con aprecio. Se arrodillan, se persignan, cada uno dice un rezo, reciben la bendición, del Cristo el gran Maestro.
Los peregrinos felices, ya se marchan, van contentos, por su Cristo milagroso, el Santo de los tormentos. Van benditos, presuntuosos, los domina la emoción, llevan clavada en el alma, del Cristo su Bendición.
Elaborado por: Félix Roque Rivero / 03.08.2022




