La Conmemoración del 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena, cobra tremenda fuerza en este momento histórico, en el cual el Proceso de Descolonización se convierte en una vertiente impostergable en la Refundación de la República que decidimos en 1999.
Pasar de ser denominado “Día de la Raza”, “Descubrimiento de América” a “Encuentro de dos mundos”, fue como cambiar la forma para dejar intacto el fondo. ¿Y cuál fue ese fondo? La expansión de los imperios tomando territorios implicó la destrucción y aniquilación de los pueblos que encontraban a su paso.
-Lo descubro, es mío todo, y lo que estorba lo acabo-. Pueblos que asumieron el derecho de destruir a otros pueblos bajo la excusa de “superioridad” del invasor y de “salvajes inferiores” a quienes asesinaron sin remordimiento. No fue un encuentro de igual a igual, fue invasión, saqueo, genocidio (al menos 60 millones de seres humanos en América) y sometimiento. Nuestros pueblos indígenas (significa que es propio de un lugar), originarios y propios de sus territorios, fueron sometidos y comenzó la resistencia.
Resistencia, por un lado, enfrentando en batallas, luchando con valentía y dignidad. Por otro lado, ya los pueblos indígenas sometidos (los dejaron vivir para ser utilizados como esclavizados y esclavizadas), optaron por la RESISTENCIA CULTURAL para poder sobrevivir y no continuara la matanza. Preservar a escondidas sus idiomas, sus tradiciones, costumbres, adaptarse en silencio para no ser descubiertos en sus creencias, afectos, conocimientos, saberes, experiencias. Sufrir la etiqueta de ignorantes, salvajes, incultos, cochinos, desconociendo intencionalmente su organización política, social, económica, cultural y ambiental.
Si nuestros pueblos indígenas existen hoy, es por la tremenda resistencia cultural que han hecho contracorriente del sometimiento colonial.
Los mecanismos de resistencia cultural han permitido la trasmisión de generación tras generación de idiomas, tradiciones, patrones de crianza, creencias, valores, identidad étnica y cultural, religiones.
Existen en la República Bolivariana de Venezuela 44 pueblos indígenas, los de mayor población: Wayuu, Warao, Kariña, Pemón, Pumé, Jivi, Piaroa, Yanomami, Añú, Yekuana, Yucpa, Barí, Waikerí, Chaima, Kuiva, Piapoko, Puinave, entre otros.
A pesar de la fuerte penetración cultural (no por el contacto sino por la imposición como “culturas superiores”), los acervos se han podido preservar gracias a la lucha de quienes se han logrado organizar. De hecho, el capítulo VIII de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dedicado a los derechos de los Pueblos Indígenas, fue producto de la constancia, perseverancia y batalla de los pueblos organizados por y para su visibilización y reconocimiento constitucional.
La colonización y neocolonización tiene muchas caras y no las vemos porque fuimos criados y criadas con sus sugestiones: “Quítate la cabeza de conuco que llegó el progreso”, “se estudia para salir de abajo y ser alguien en la vida”, “analfabeta es inculto e ignorante”, “los indios venezolanos eran más incultos e ignorantes que los incas, mayas y aztecas”, “se estudia para no ser campesino o campesina, pescador o pescadora como mamá y papá”, “estudie mijo pa que no sea como yo”.
La vergüenza étnica, el desarraigo cultural, la negación de identidad son armas potentes contra toda forma genuina de supervivencia de la multietnicidad y pluriculturalidad. ¡Pero la dignidad puede más! Dijo un vocero indígena en la cumbre de Santa Cruz (Bolivia) en el 2003 “Sabemos que insistir en la dignidad nos puede llevar trabajosamente a lugares de mucho dolor, pero también sabemos que es mejor ese dolor a la vergüenza de ser indignos”. Los pueblos indígenas tienen miles de años conviviendo en este planeta, nuestro hogar común.
Mientras los pueblos de dominación destruyen este hogar con explotación, extinción y consumo desmedido, nuestros pueblos resisten con sistemas de conocimientos, saberes, experiencias y organización ecológica y culturalmente de convivencia. Ante la tiña del individualismo, capitalismo, sálvese quien pueda, egoísmo, racismo, subestimación de otros y de otras, nuestros pueblos originarios, sumados a los pueblos afrodescendientes y campesinos en general, se yerguen desde sus raíces de solidaridad, sacando tiñas y generando alternativas societarias de convivencia: Donde comen dos, comen tres, échele agua al sancocho que llegó visita, asistir al enfermo, atender al desamparado. Eso somos. Eso seguiremos siendo, reencontrándonos con nosotras mismas y nosotros mismos, sin vergüenza y con identidad.
En la República Bolivariana de Venezuela, la Resistencia Indígena pasa a una nueva fase: Avanzar, construir, Retomar nuestras raíces juntas y juntos, abrir camino hacia modelos societarios que garanticen toda forma de vida en el Planeta y un mundo mejor para las generaciones futuras.
Viviremos, Convenceremos y Venceremos.
Elaborado por: Yoama Paredes, maestra ambulante en la Refundación de la República / 12 de Octubre de 2021
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