El esquema de escalada violenta antichavista en Venezuela ha desarrollado un inteligente y eficaz modelo de tergiversación y deformación propagandística sobre el saldo de pérdidas humanas en los conflictos que aún están en curso.
Para el día martes, 16 de mayo de la semana en curso, se había confirmado la muerte de unas 42 personas en diversos eventos en el territorio venezolano, en un período de 45 días de refriegas, siendo ese número un grueso de víctimas endosado enteramente a la acción de las autoridades policiales y militares venezolanas o a la acción del gobierno venezolano y sus seguidores chavistas.
En pleno desconocimiento deliberado de las circunstancias policialmente determinadas que han generado muchos de estos decesos, todo el saldo de sangre viene a conformar el expediente que se consolida contra el chavismo.
Brutal represión régimen asesinó Miguel Castillo en Baruta disparo tórax y Anderson Dugarte Mérida disparo en cráneo. Ambos jóvenes 27 años.
— Publicó Henry Ramos Allup en su cuenta Twitter (@hramosallup) 10 de mayo de 2017
Al menos 27 víctimas de las 42 contabilizadas, hasta la fecha (17 de mayo), eran asociadas al chavismo o eran en su defecto integrantes de cuerpos policiales, lo que desmiente por proporcionalidad aritmética que las acciones de contención de los hechos violentos por parte del gobierno venezolano, sea una acción articulada de asesinato contra los manifestantes opositores.
No obstante, el planteamiento en el extranjero es claramente distinto y tiene voceros de primera línea como Luis Almagro quien en un comunicado ha hecho afirmaciones como “la Guardia Nacional Bolivariana y su jefe, Mayor General Benavides Torres, son directamente responsables de la represión que ha asesinado, privado de la libertad y torturado (…) La represión brutal muestra a la Guardia Nacional como autor material de la violación de derechos a la vida, libertad y garantías del debido proceso. Detrás de cada detenido, de cada preso político, detrás de cada torturado y de cada muerto, hay un responsable institucional”. Habló de “crímenes de lesa humanidad” en los que estarían incurriendo los cuerpos de seguridad del Estado.
El analista de Misión Verdad, Diego Sequera, ha examinado la escalada violenta en Venezuela y la ha considerado en el umbral de situaciones insurreccionales mayores, preludio a un conflicto civil generalizado y prolongado.
Sobre el manejo propagandístico de estos asesinatos, Sequera ha señalado que “contra toda prueba criminalística, contra todo registro audiovisual, sazonado en el marco narrativo de una glorificación enfermiza de rápido consumo, ocultan, desmienten a familiares (de los asesinados), nublan el sentido, las causas y, por sobre todas las cosas, los contextos, en los que han caído personas víctimas de la violencia, mas no del Estado (que en esos casos han sido procesados culpables), para dejar la matriz cerrada, para avivar la estrategia de la tensión, para dar el salto adelante”.
Lo señalado forma parte de una premeditada propaganda de guerra, que comprende un entramado de construcciones simbólicas, informativas y de opinión orquestadas desde los bandos en conflicto. En el caso venezolano, existe evidencia meridiana de un articulado mediático y político internacional dedicado a la criminalización del gobierno venezolano y el chavismo, mediante campañas polivalentes que se han proyectado durante más de 18 años.
La lista de muertes se hace cada vez más larga y la veracidad de los hechos queda sepultada en la avalancha seudoinformativa que es empleada rigurosamente en la administración irresponsable de culpabilidades. Con el propósito de atizar el conflicto.
A modo de cierre la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, comentó el día de hoy que “manifestantes pacíficos han sido heridos, arrestados e incluso han muerto a manos de su propio gobierno”, legitimando no sólo las acciones violentas de grupos armados aliados de la oposición venezolana, sino también un saldo tergiversado de víctimas que tiene como único objetivo responsabilizar al Estado de “crímenes de lesa humanidad” (como diría ayer Luis Almagro).
Operaciones de propaganda que también han sido utilizado en otros escenarios de conflicto (Siria o Libia, por ejemplo) para ejecutar embargos, sanciones de alto calado y financiamiento a grupos armados, bajo el mantra letal de la “restitución de la democracia”.
Texto :Misión Verdad
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