Escribo estas líneas a pocas horas de finalizar el proceso electoral interno del PSUV, en todo el territorio nacional, para iniciar el proceso de restructuración de todas las instancias organizativas del partido, en unas elecciones directas y secretas, en las que se elegirán 3988 jefes y jefas de Círculos de Luchas Populares, espacios organizativos de base que, a su vez, agrupan cada uno, en su mayoría, a 4 unidades de Batalla Bolívar-Chávez. Como vemos, es un gigantesco ejercicio de democracia que profundiza el protagonismo popular. No es la primera vez que sucede un proceso de esta naturaleza en nuestras filas, siguiendo el legado de aquel “Me las juego con las bases” del Comandante Hugo Chávez, solo que ahora, ante el clamor de las bases, existe la clara voluntad de perfeccionarlo e instituirlo como norma, desplazando al llamado método de la cooptación, que ha generado tanto malestar en la militancia. Acertada fue la decisión del presidente Maduro cuando exclamó, “Se prohíbe el uso del sistema de cooptación dentro del PSUV, solo debe emplearse si el presidente del Partido lo autoriza”, en el entendido de que este método se utilizará en ocasiones excepcionales.
¿Significa eso que hemos llegado a nuestra meta en cuanto a democracia interna se refiere? Por supuesto que no. Nunca nos daremos por satisfechos. Sin duda, siempre podremos profundizar más, derrotando el lastre de las imposiciones, apatías, intolerancias y maniobras de sectores que entienden la democracia como la repartición de cuotas de poder y no como un ejercicio soberano de las mayorías, de las bases del partido en todos los niveles. El paso que hemos dado en estas elecciones, consecuentes con lo decidido en el III Congreso, es gigantesco. Así, a estas elecciones internas que afrontamos, seguirán otras para los demás niveles de dirección del partido, hasta renovar la Dirección Nacional, ratificando que la confrontación fraternal y democrática, es la vía para dirimir las diferencias internas y escoger a nuestros mejores dirigentes. Ya, el compatriota Ernesto Villegas, anunció en su carácter de vicepresidente de Agitación Propaganda y Comunicación, que también los candidatos a diputados a las próximas elecciones legislativas serán escogidos mediante el método democrático, por las bases.
Paradójicamente, las fuerzas reaccionarias que se nos oponen, han recurrido hasta el cansancio a un inventario completo de descalificaciones y calumnias, para negar el carácter profundamente democrático de las fuerzas bolivarianas revolucionarias. Sin embargo, son precisamente los partidos y organizaciones de la derecha quienes dan los mejores ejemplos de autoritarismo. No tienen moral para meter baza en nuestros asuntos electorales de partido, dado que no han dado la más mínima muestra de respetar las exigencias de democracia de sus propios correligionarios.
Recordemos lo que una vez dijo Gerardo Blyde, en alusión al combo de Julio Borges, capataz con facultades de decisión absoluta en Primero Justicia: “El coordinador general del partido planteó que debía demostrar fehacientemente a terceros quien manda en el partido y para ello Gerardo Blyde debía renunciar a su cargo como secretario general.” Dicho y hecho: hoy el Secretario General es Tomás Guanipa, segundón de Borges, y Blyde está fuera del partido.
¿Y qué decir de Acción Democrática, convertida hoy, según connotados exadecos -como Antonio Ledezma, Alfonso Marquina, Claudio Fermín, Luis Emilio Rondón, Ángel Medina y Víctor Bolívar, por ejemplo- en un conuco propiedad absoluta y absolutista de Henry Ramos Allup? ¿Qué tal el ejemplo de COPEI, y las acusaciones mutuas de fraude en el 2010, entre Roberto Henríquez y Luis Ignacio Planas, pugilato que debió dirimir el Tribunal Supremo de Justicia? ¿Quién ha electo para algo, si ni partido tiene, a la embajadora alterna de Panamá, María Machado?
¿Y qué tal la defenestración de Ramón Guillermo Aveledo y la imposición de Jesús Torrealba, injustamente elevado de soldado raso a Mariscal de Campo de la MUD, sin la más mínima consulta de las bases opositoras, por obra y gracia de los cogollos partidistas que, a su vez y en su gran mayoría, no fueron elegidos por nadie?
¡Y se nos acusa a nosotros de autoritarios!
La única vez que la oposición se decidió a consultar a las bases fue en la elección de Capriles Radonsky como candidato presidencial, aunque hayan quemado los libros de asistencia electoral impidiendo procesar las denuncias de fraude, como en el caso de Caracas, entre otros, con la pre-elección del malandrín politiquero “demócrata”, Ismael García. A la larga, estas “elecciones primarias”, por falta de verdadero talante democrático, en vez de fomentar la unidad, diversificaron las facciones y enfrentamientos de la derecha. Basta ver las contradicciones que se han agudizado en el seno de la contrarrevolución desde la derrota del ausente gobernador de Miranda por el presidente Maduro.
El próximo año nos espera una durísima batalla. Pese a lo anterior que señalo de la pseudodirigencia opositora, quienes se nos oponen no dejan de representar un gran peligro para la revolución bolivariana. Se fortalecen con los errores que cometemos y las deficiencias que, luego de 15 años, no hemos superado aún. No olvidemos también, que toda esta gente es la carátula local de los poderosos mandamases del norte, principales gendarmes del expolio y la opresión en el planeta. Eso lo he tenido claro siempre, expresándolo en varias oportunidades. Agrego lo anterior, recordando a algunos y algunas compatriotas que, por leerme con apuro o no entender de manera correcta lo que escribo, me acusan de una ingenuidad en la que jamás los revolucionarios debemos incurrir y que nunca me ha caracterizado.